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El Don de la Profecía
Pronósticos, predicciones, profecías… el mundo se nutre de estos elementos ya que son, muchas veces, los que les ponen sal a la vida, los que nos sorprenden en medio de la racionalidad para alertarnos sobre la presencia vigente y siempre actual de lo sobrenatural… o casi. Unos y otros muchas veces se confunden, a pesar de que señalan realidades distintas. Los racionalistas se niegan a adjudicarle a este tipo de fenómenos connotaciones mágicas y ensayan miles de argumentos ´científicos´ para justificar la sorpresa que le causa a muchos el acierto, por ejemplo, de un vidente.
Pero no debemos confundirnos. Los pronósticos y las predicciones, suelen ser ´previsibles´. Un ejemplo de esto, es el pronóstico del tiempo al que nos tienen acostumbrados diarios, radios y canales de TV… aunque muy pocas veces acierten. Pero deberían ser previsibles ya que para su elaboración se parte de una gran cantidad de datos ciertos, que se recopilan mediante observación satelital, mediante estaciones meteorológicas de tierra, se centralizan y son estudiados por medio de poderosas computadoras, para finalmente entregarnos un pronóstico mas o menos acertado. En definitiva, para elaborar un pronóstico hay que rodearse de una gran cantidad de datos, que por lo general responden a pautas científicas elaboradas, que por lo general están elaboradas para conformar a los racionalistas.
Realizar una predicción no es tan arriesgado. Yo puedo afirmar que próximamente se producirá un eclipse de Sol, y esto será acertado, ya que los astrónomos han elaboraron los cálculos de mecánica celeste que confirman este acontecimiento celeste, y muy difícilmente se equivoquen. Ahora bien, si yo afirmo que ese mismo eclipse llevará a un país al borde de un conflicto internacional por cuestiones territoriales, también estoy realizando una predicción de carácter Astrológico, que por supuesto será inmediatamente cuestionada por los racionalistas, pero que en definitiva, responde a la estructura de conocimiento que la Ciencia Astrológica acumuló durante miles de años. Esto también es una predicción, ya que me baso en una serie de elementos conocidos por todos los astrólogos.
Pero ¿qué sucede cuando hablamos de profecía? Es aquí donde todo el edificio de la racionalidad comienza a tambalear, ya que la vía de acceso a este tipo de conocimiento no es tradicional. La información llega por vías informales y poco ortodoxas, como por ejemplo a través de sueños, visiones, una voz interior que nos dice que va a suceder, un oráculo, un símbolo, etc.
Quién tiene el don de la profecía no busca explicaciones, sólo sabe que el hecho sucede, no sabe si se transformará o no en realidad, y en muchos de los casos se le atribuye características Divinas. A partir del momento en que la profecía se hace pública comienza una cuenta regresiva que tiene principio y no tiene fecha cierta de cumplimentación, ya que a diferencia de los pronósticos y las predicciones, las profecías se caracterizaron siempre por proyectarse en el tiempo y cumplirse alguna vez, sin importar si transcurrieron días, meses o años. Cuando se hace pública, la maquinaria de la profecía comienza a funcionar, y cuanto más gente la conoce, más fuerza toma. Algunos podrán decir que estadísticamente se puede comprobar que en un número determinado de años y con un número probable de personas que estén al tanto de la misma, la profecía siempre se cumple, ya que matemáticamente la probabilidad de que ocurra un hecho similar al profetizado aumenta con el paso del tiempo y con la cantidad de oportunidades que brinda el hecho de que participen muchas personas; y más aún, cuando muchas de las profecías existentes son de difícil interpretación, y solo podemos ´acomodarlas a la realidad´ una vez que han sucedido. Pero, a pesar de estos argumentos, aquellos que tuvieron el Don de la profecía nos siguen sorprendiendo, ya que la misma se constituye para quien la acepta en una especie de ´acto mágico´.
Tal vez el más grande Profeta de todos los tiempos ha sido Michel de Nostradamus, quién anticipó los principales acontecimientos que viviría el mundo a través de las ´Centurias´, una monumental obra escrita, en su gran mayoría en forma de cuartetas. En las mismas predijo el nombre de varios Papas, adelantó la Revolución Francesa, predijo la muerte de Reyes y Emperadores, el incendio que en 1666 destruyó Londres. Anunció el estallido de las bombas atómicas en Japón y el asesinato de John Kennedy, entre otras predicciones, y aún quedan muchas más por cumplir y otras por interpretar, ya que en muchos casos, el lenguaje en que están escritas es sumamente oscuro. Tal vez el hecho más relevante que define la capacidad profética de Nostradamus se pueda percibir del siguiente relato: ´Cierta tarde del año 1548, en las puertas de la ciudad de Ancona, Nostradamus se cruzó con unos monjes franciscanos, pordioseros de aspecto, pero que lucían con orgullo sus hábitos rotos y sucios. Entonces detuvo su marcha y se arrodilló en el barro frente al hermano Felice Peretti; era el que de todos tenía el aspecto más pobre. Los monjes le preguntaron acerca de esa extraña actitud, y Nostradamus no vaciló en la respuesta: ‘Debo inclinarme y doblar la rodilla ante su Santidad’, dijo. Los franciscanos pensaron que se trataba de una broma o de un delirio. Ninguno de ellos se atrevió a imaginar que en el año 1585, casi cuarenta años más tarde de ese episodio, el hermano Peretti sería ungido Papa con el nombre de Sixto V, veinte años después de la muerte del profeta´.
La tradición oral también le atribuye a Don Orione, el ´sacerdote de los Pobres´, una serie de profecías referidas a la Argentina que se transmiten de generación en generación desde el año 1937: 1) Quema de las iglesias; 2) El dictador no muere en la revolución; 3) La revolución no soluciona los problemas del país; 4) Una sucesión de gobiernos anodinos; 5) Córdoba se convierte en un hervidero; 6) El caudillo regresa; 7) Ríos de sangre bajan de Córdoba a Buenos Aires; 8) El caudillo muere colgado en Plaza de Mayo; 9) La bandera no flameará por 48 horas en la Casa Rosada; 10) Un hombre del norte dará muchos años de paz y tranquilidad.
Muchos sostienen que la mayoría se han cumplido, otros sostienen que todavía faltan cumplirse muchas, y para algunos analistas sólo se trata de definiciones malintencionadas realizadas por algunos oportunistas de turno con fines políticos, y puestas en boca de un sacerdote creíble. Lo cierto es que veinticinco años después de la muerte de Don Orione, el 12 de marzo de 1965, cuando se exhumó su cadáver para cumplir con las exigencias del proceso de beatificación, se descubrió que el cuerpo se encontraba intacto, y que su corazón se mantenía incorrupto. Ese corazón, en un relicario especial, llegó a la Argentina en el año 1984 y se quedó durante un año en el país, cumpliendo así con otra de sus profecías.